«Ana… también a nosotros nos llevará el olvido», por Unahoramenos Producciones

20.03.2022

Cabría preguntarse si el olvido tendrá verdaderamente la valentía de llevarse consigo la historia de Ana —y de Vivian—, y de todas las que fueron, las que somos y las que serán.

Porque esta historia es la historia de muchas que tampoco pudieron respirar, que se ahogaron viviendo una vida impuesta por los mismos que hubiesen deseado que también a nosotras se nos llevase el olvido. La historia de Ana es la historia de la España de los años sesenta, la historia de un régimen todavía hoy represor.

A través de una pared blanca móvil conocemos durante setenta y cinco minutos a Ana (Marta Viera), una ama de casa sometida a los dictámenes de su marido, Lope (Rubén Darío), abogado que recién obtendrá un ascenso al Ministerio. La historia, que nos es a la vez contada en el presente por la narradora e hija de Ana (Ruth Sánchez), y representada en el pasado por la propia Ana, introducirá los tres escenarios en los que se mueve la protagonista: la casa y su marido Lope, la peluquería y su amiga Satur, y el exterior y su amada Vivian, estas dos últimas interpretadas por la misma actriz, en un increíble desdoblamiento de María de Vigo.

Tres escenarios que, espectacularmente logrados bajo la dirección de Mario Vega, son anunciados al público mediante el cambio en la música y en la iluminación, con la que a su vez se juega de manera muy inteligente para contraponer las dos relaciones de Ana. Cuando está con Lope la iluminación incide principalmente sobre él, potenciando su condición masculina-activa; cuando está con Vivian, por el contrario, la luz tenue y menos agresiva las envuelve a ambas, como si simbólicamente Ana solo estuviese iluminada cuando se encuentra con la mujer que ama.

Ni siquiera la puesta en escena carente de atrezo limita la escenificación, pues de manera recurrente se proyecta en la pared blanca toda clase de imágenes necesarias para el buen devenir de la obra, imágenes con las que los personajes llegan a interactuar, y que culminará con la pared —antes blanca— teñida de rojo y el portazo definitivo de Ana.

La actuación de las actrices es del mismo modo significativa. Tanto Lope como Vivian permanecen presentes, en el fondo, siempre que Ana se relaciona con el uno o con la otra. Son las «sombras» de las que nuestra protagonista nunca se va a poder librar.

Vivian se mueve en exteriores, frente al ámbito doméstico en el que se mueve Ana, y será ella quien le haga ver que «aquí no se puede respirar». Serán desde ese momento «Ana y Vivian contra Goliat», contra Lope, contra el régimen que las oprime y reprime.

Serán, en definitiva, dos mujeres cuya historia se transmite de madre a hija a través de la caricia final de Ana hacia la narradora —su hija—, en un encuentro entre el pasado y el presente que disipa cualquier duda en cuanto a la valentía del olvido para llevarse consigo esta historia.

Por las que fueron, las que somos y las que serán.

Fin. Y principio.

Texto: Irma Correa

Dirección: Mario Vega
Elenco: Marta Viera (Ana), María de Vigo (Vivian y Satur), Rubén Darío (Lope) y Ruth Sánchez (hija de Ana)
Audiovisuales: Juan Carlos Cruz
Iluminación:  Ibán Negrín
Espacio escénico: Mario Vega
Vestuario: Nauzet Afonso
Duración: 75 minutos



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