
Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)
El Museo Nacional del Prado lleva presentando al público desde el 6 de octubre de 2020, y hasta el 14 de marzo de 2021, la exposición Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931), cuyas obras dejan constancia, en palabras del Museo, del modo en que los poderes establecidos defendieron y propagaron el papel de la mujer en la sociedad a través de las artes visuales, desde el reinado de Isabel II hasta el de Alfonso XIII.
Obras como Las doce, de Cecilio Pla y Gallardo, o La lección del abuelo, de Sandor Gestetner, presentan la temática de finales del siglo XIX respecto a la enseñanza de las niñas por parte de sus padres y abuelos, así como la supeditación de la mujer.
La exposición refleja además cómo el Estado únicamente aceptaba aquellas obras que contenían un mensaje paternalista, derivando esto en temas, por ejemplo, sobre el arrepentimiento de las jóvenes que huían con su amado y regresaban resignadas a casa. Perdonar nos manda dios, de Luis García Sampedro, es una muestra de ello. Ante esta situación, Antonio Fillol Granell introdujo en sus composiciones la crítica ausente en la mayoría de autores, véase La rebelde o La bestia humana.
Algunas de las obras dejaron constancia de cómo muchas mujeres fueron obligadas a desnudarse ante pintores por dinero, incluidas las niñas. Crisálida e Inocencia, de Pedro Sáenz Sáenz; La esclava, de Antonio María Fabrés y Costa, o Una esclava en venta, de José Jiménez Aranda, son representativas de tal situación.
Por otra parte, la falta de formación condenó a la mujer a la marginación, impidiéndole ganar dinero por sí misma. Aquellas que trataron de introducirse en el mundo de la pintura vieron cómo sus trabajos se acallaron, teniendo que resignarse a la labor de asistentas de sus maridos pintores.
La exposición muestra además cómo el acceso restringido a la formación les permitió dedicarse a otros géneros considerados menores, como el bodegón, la miniatura o el retrato, predominando las pinturas de flores y frutas. Entre los nombres destacados se encuentran Catharina II Ykens, con su Guirnalda con paisaje, o Margarita Caffi, con su Florero, entre otras.
Con todo, la exhibición de obras pintadas por mujeres aumentó en los certámenes, y la crítica fue sustituyendo el término "aficionadas" por "verdaderas pintoras". Tras el cambio de siglo, se celebraron exposiciones de pintura realizada por mujeres y se llegó a reconocer la valía de muchas de ellas, no sin hacer hincapié en que "pintaban como un hombre" o que se trataba de "el mejor pintor de su sexo".
Fuente: Museo Nacional del Prado